31/8/09

Un poco de música…

 

Pocos artistas españoles han conseguido vender en España más de un millón de ejemplares de toda su discografía. Pero eso es lo que ha ocurrido con Fito Cabrales, que sólo de su anterior trabajo, Por la boca muere el pez, llegó casi al medio millón de discos vendidos. Eso le permite disponer de un holgado presupuesto para la grabación de su quinto álbum con los Fitipaldis.
Pasaron varias semanas en un estudio al sur de Francia con cocineros de lujo, habitaciones para todos los músicos, un productor internacional (Joe Blaney), el batería de Elvis Costello y el bajista de The Black Crowes y Tina Turner. Luego se fue a Nueva York a hacer las mezclas. “Si hemos ido a grabar a Francia es porque en España no encontramos ningún estudio donde pudiéramos tocar seis tíos a la vez en directo –cuenta Fito Cabrales–. Siempre nos meten en cabinas donde no nos vemos unos a otros.” La visita del Magazine al grupo coincidía con el momento en que estaban mostrando por primera vez a su discográfica lo que había grabado con la nueva formación de los Fitipaldis: “He cambiado la base rítmica, el motor de la banda, porque tengo que volver a ilusionarme por las cosas. Necesito ponerme las pilas, sentir que todo tiene que volver a funcionar. Yo me metí en esto porque era divertido, no porque viniera gente a verme ni porque se ganara dinero ni para salir en las revistas. No puedo pensar en que las cosas funcionan sólo por inercia”.

 

Empieza a pinchar las diez canciones que se incluyen en su nuevo disco. La primera en sonar es Antes de que cuente diez, el single que da título al álbum. Comienza cantando: “Puedo escribir y no disimular / es la ventaja de irse haciendo viejo. / No tengo nada para impresionar / ni por fuera ni por dentro”. “El paso del tiempo me lo tomo como algo positivo, sin urgencia –continúa contando a sus 42 años–. Cuando escribimos canciones, los autores tenemos la manía de intentar ser el chico guay, el superhéroe, nunca el villano. Pero a medida que voy cumpliendo años siento que ya puedo contar cualquier cosa, y mi prioridad no es lo que estoy explicando, sino la canción en sí”, dice. Y continúa hablando de la edad y sus consecuencias. “Ya no quiero adoptar el papel del que tiene el poder. Para mí, el cambio de dígito, del 3 al 4, fue bestial, horrible. Cuando te dedicas a la música, hay siempre un Peter Pan alado que no te deja madurar, te mantiene atado con una cuerda a la cintura. Además, cuando tratas con gente más joven que tú, que suele ser mi caso, acabas pensando que eres tan joven como ellos. Pero te equivocas si crees que maquillándote, poniéndote bótox o haciéndote cirugía serás más joven. Todo eso me parece el circo del horror. Si piensas que la carrocería es lo que importa, es que estás jodido. En cambio, si te sientes bien contigo mismo, con energía y con ganas de hacer cosas, la edad nunca es un problema.”
Fito acrecienta la leyenda del perfecto antihéroe a quien disgusta sonar en las emisoras de radio más comerciales y que se niega a ceder sus canciones o su imagen con fines publicitarios. “Yo me considero un tío muy normal. La música, en mi vida y en la de muchas personas, es muy importante, pero no hemos descubierto la cura del cáncer: sólo hemos hecho canciones y ya está. No sé por qué debería verme como un superhéroe. Es fácil que el ego se te desate y no te deje ver la realidad, porque la propia industria discográfica tiende a crear monstruos.”
Al oírle hablar, es inevitable pensar en Michael Jackson: “Le puedo perdonar lo que sea porque no tuvo infancia, con 7 u 8 años era ya una estrella. Yo soy un enamorado de Michael Jackson, pero mira qué vida ha tenido, no le puedes pedir cordura. No hay un punto del planeta donde no sepan quién es. No conoció otra cosa, y le parecía normal desde niño aparecer en todas las revistas, vender millones de discos y no poder salir a la calle. Los recuerdos que tú tienes de tirar piedras en el pueblo, él no los tenía”.

 

 

"Sí, ¡estoy forrado! Aunque soy bastante soso para esas cosas. Porque el dinero me ha llegado a los 40; si es a los 20... me mata"

 

Pero a pesar de que no se prodiga en ciertos medios, la imagen de Fito es tan reconocible y cercana para su público que no debe de ser fácil convivir con las presumibles desventajas de la fama. “Me niego a no hacer las cosas que hacía antes. Aquí en España los famosos son los del corazón. Lo que pasa es que, muchas veces, tú mismo te vas encerrando en tu propia jaula. Yo voy al supermercado si necesito comprar jabón para la lavadora, y si tengo que firmar cinco autógrafos, pues los firmo y ya está. Sí es verdad que no se me ocurre ir una noche de sábado de mambo porque si hay mil personas en un sitio, y todos hasta las cejas, no va a ser el mejor momento para que estén callados y recatados.”
Al menos, con el éxito se acabaron los problemas económicos. “Desde luego que tiene algo positivo tener dinero. Lo que no conozco es nada positivo de no tenerlo. Un rapero americano cuyo nombre no recuerdo en este momento dijo: ‘Si el dinero no te ha cambiado, es que no has ganado lo suficiente’. A mí lo que me da es tranquilidad artística. Yo he vivido toda la vida pidiendo adelantos a la SGAE y ahora puedo permitirme el lujo de pasarme tres años sin salir a tocar o de poder grabar el disco sólo cuando estoy convencido de que sé lo que quiero hacer. Pero sí, ¡estoy forrado!, aunque soy bastante soso para esas cosas. Porque me ha llegado con 40 años; si es con 20... me mata. Porque ahora, ¿qué es lo que puedes hacer, ayudar a tu familia? ¿Y qué quiero yo, un Porsche? ¡Pues no! A lo mejor me gustaría darme una vuelta en un cochazo, pero no, no quiero tenerlo.”

 

Siendo uno de los artistas nacionales más rentables y viviendo en Euskadi, tiene muy presente los problemas que eso puede acarrear. “No tengo ningún miedo. Yo voy a estar siempre en contra del que mande. Me considero más de izquierdas por las cosas sociales, pero económicamente no entiendo en qué se diferencia la izquierda de la derecha. Me dan igual las siglas de los partidos, mientras manden sobre mí son todos unos cabrones.”
En su nuevo single también hay otra frase, “dejé de volar, me hundí en el barro”, clave para alguien que ha reconocido públicamente sus problemas con el alcohol y las drogas y que estuvo ingresado una temporada en una clínica de desintoxicación.
“Todos nos hemos hundido en el barro, no hace falta pegarse la gran hostia, quien más quien menos tiene sus desilusiones o le salen las cosas mal. No me gustaría que esto se leyera con pena, porque todo lo que te pasa, aunque sean malo, al final te va reconduciendo. Si yo hubiera sido un gran estudiante, nunca habría montado una banda de rock. Si no me hubiera separado de mi primera mujer, nunca habría conocido a la actual. Me hundí en el barro, pero salí. Normalmente, las cosas que te colocan en la vida son las malas. Si todo lo que te pasa mola, al final no sabes valorarlo. Se aprende de los errores: de las cosas que te salen bien no aprendes nada. Creo que todos somos conscientes de lo que hacemos bien y de lo que hacemos mal, otra cosa es que podamos evitarlo. El tío más arrastrado y drogadicto puede que tenga un problema, pero no es tonto. Él sabe perfectamente lo que está haciendo, pero es muy posible que no tenga la opción de cambiar.” Él sí lo ha conseguido. “Ya no soy un asiduo de los bares. Sigo teniendo amigos en bares, y, más que ir al bar, voy a ver a los amigos. Tampoco es que no beba nada, pero sí muy poco. No soy un talibán ni nada de eso, se trata de un proceso. Si me apetece tomar vino con la comida, lo hago. Y si en un momento dado me apetecen dos copas, pues me tomo dos copas”.

Fuente: www.magazinedigital.com (30/08/2009)

 

Sólo añado una cosa: ¡¡ARRIBA FITO!!, ¡tu vales mucho!